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Agrupación «Voces del atardecer» celebra 18 años promoviendo el folclor entre adultos mayores de Pitrufquén

En Pitrufquén, cuando cae la tarde y el sol comienza a teñir el cielo de tonos dorados, un grupo de voces se alza con fuerza y emoción. Son las “Voces del atardecer”, una agrupación compuesta por adultos mayores que encontraron en la música folclórica un refugio, una compañía y una forma de seguir viviendo con alegría. En cada ensayo, en cada canción, se entrelazan las historias, las nostalgias y los sueños de quienes, después de una vida de trabajo, descubrieron que nunca es tarde para cantar y compartir.

El grupo nació hace ya dieciocho años, un 12 de abril, y desde entonces se ha convertido en una familia musical para sus integrantes, todos mayores de 60 años. Su monitor, José Cerceda Segura, ha sido el alma que ha guiado este proyecto con paciencia, cariño y una vocación artística. “Soy monitor de música folclórica y actualmente trabajo con adultos mayores en talleres de recreación folclórica. Nuestra agrupación se llama Voces del atardecer, y más que un grupo de canto, es un espacio de encuentro y afecto”, cuenta con orgullo.

José ha dedicado más de cuatro décadas a la enseñanza del folclor en distintos colegios, pero reconoce que trabajar con adultos mayores ha sido una experiencia distinta y enriquecedora. “Ellos son personas jubiladas que durante su vida no tuvieron el tiempo de dedicarse a la música o a las danzas folclóricas. Ahora pueden hacerlo, y eso les da alegría, los ayuda a compartir y a sentirse vivos. Muchos viven solos, algunos son viudos, y el venir a cantar les alivia el alma”, confiesa emocionado.

Los ensayos se realizan todos los martes y jueves, de 16:30 a 18:00 horas, en el local de la Parroquia Beato Gaspar, un espacio que la comunidad eclesiástica ha facilitado con generosidad. Allí, las risas, los acordes de guitarra y los pañuelos al viento llenan de vida las tardes de Pitrufquén. “Siempre tenemos las puertas abiertas para cualquier persona que tenga inquietud por la música folclórica y quiera compartir sanamente. Aquí los esperamos con cariño”, asegura el monitor.

Actualmente, “Voces del atardecer” está integrado por 27 personas, todas activas, entusiastas y comprometidas. Tienen su propio reglamento interno, que fomenta la responsabilidad, la solidaridad y el apoyo mutuo. “Cada integrante aporta una pequeña cuota mensual que se usa para sus convivencias o para ayudar a algún compañero en caso de necesidad. Es un gesto de comunidad, de hermandad”, explica Cerceda.

El grupo no solo canta por placer, también se prepara cada año para distintas presentaciones, entre ellas su tradicional cantata navideña, que se realiza en diciembre tanto en el centro cultural como en la plaza de Pitrufquén. Este evento es esperado por vecinos y familiares, quienes disfrutan del talento y la emoción que los adultos mayores transmiten en cada interpretación. “Ya estamos ensayando para la cantata. Es una de nuestras actividades más lindas porque nos conecta con el espíritu de la navidad y con la gente”, comenta José con una sonrisa.

La historia de este músico y monitor es también una historia de amor por el arte y la enseñanza. “He trabajado toda mi vida en la música, es mi habilidad y mi vocación. Tuve que prepararme, porque no basta con tocar o cantar, hay que comprender el alma del folclore. Me dediqué al cien por ciento, tanto en la enseñanza infantil como en la de adultos. Y creo que mal no lo he hecho, porque he recibido reconocimientos y, sobre todo, el cariño de la gente”, relata con humildad.

Para José, trabajar con los adultos mayores es mucho más que enseñar canciones, es acompañar procesos, devolver la confianza y reavivar la alegría. Por eso, aprovecha cada oportunidad para invitar a otros a sumarse. “Quiero decirle a todas las personas mayores que ya jubilaron, que no se queden encerradas en su casa. Que salgan, que participen, que vayan a los talleres, porque hay que seguir viviendo. Cantar, bailar o simplemente compartir puede cambiarles la vida”, reflexiona.

Así, entre cuecas, tonadas y guitarras, las Voces del atardecer siguen escribiendo su historia, una historia de amistad y música. En cada ensayo hay risas, en cada acorde hay recuerdos, y en cada voz hay una certeza; la música no tiene edad, y mientras haya ganas de cantar, siempre habrá una nueva melodía que los mantenga jóvenes de espíritu.

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