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De gerente a terapeuta: el giro vital que llevó a Ariela Campos a construir “Caléndula”, un espacio de calma en Pitrufquén

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En un mundo que avanza con prisa, donde las emociones suelen quedar relegadas a un segundo plano, encontrar un espacio de silencio, calma y escucha se vuelve casi un acto de resistencia. En ese territorio íntimo donde se cruzan la salud mental, el autocuidado y la necesidad de volver a uno mismo, es donde transita la historia de Ariela Campos Hernández, terapeuta integral femenina radicada en Pitrufquén, quien ha dedicado los últimos años a acompañar a otras personas en procesos de sanación.

A sus 54 años, Ariela habla de la paz como quien la ha buscado y también encontrado, después de un largo camino que comenzó, paradójicamente, en un momento de oscuridad. “El año 2004, tras una pérdida familiar muy importante, llegó una depresión fuerte”, recuerda. Fue entonces cuando una amiga le habló de la terapia floral. Lo probó “sin grandes expectativas” y, en sus palabras, “las flores fueron mágicas, me sacaron de un hoyo negro”. Ese primer destello de alivio marcó el inicio de un recorrido que con los años se convertiría en su propósito de vida.

Por aquel tiempo, Ariela tenía un cargo gerencial en una empresa, trabajo donde permaneció más de 16 años. La idea de formarse como terapeuta parecía lejana, incluso innecesaria. Pero en 2009, impulsada por quienes conocían su historia, ingresó a un diplomado de terapia floral en la universidad de Santiago. Lo que comenzó como un acto “más bien personal” se transformó pronto en una revelación.
“Fui descubriendo y sanando muchas cosas”, confiesa. Paralelamente, comenzó a integrar esos conocimientos en su labor con mujeres emprendedoras; ya no sólo enseñaba sobre productos o negocios, sino también sobre autoestima, empoderamiento y bienestar emocional. Nunca más dejó de estudiar.

A lo largo de los años se especializó en ancestrología, constelaciones familiares, terapia femenina, y profundizó en diversas disciplinas junto a maestros como Pedro Engel. “Hoy sabemos, gracias a la epigenética, que también heredamos emociones y patrones. Sanar implica mirar hacia atrás con amor”, explica.

Como a tantas personas, la pandemia marcó un punto de inflexión. Su centro de terapias en Santiago cerró el 2020 y la vida online abrió la posibilidad de un cambio. En 2022 decidió mudarse al sur. Primero fue Valdivia; luego, ya de regreso temporal en Santiago, entendió que allí no podía seguir. “El ritmo estaba muy oscuro”, relata. Así llegó finalmente a Pitrufquén, donde –asegura- encontró el lugar que buscaba sin saberlo.

“Cuando conocí el sur, fue como decir aquí era. No se puede explicar, pero aquí es”.

Desde entonces ha trabajado en su centro Caléndula, espacio que trasladó desde Santiago y que ahora está dando un paso mayor que es integrarse con un equipo de terapeutas locales para abrir una nueva casa de terapias en calle Palazuelos. “Trabajar en conjunto siempre potencia. Nadie se las sabe todas; todos somos complementos”, afirma.

Si hay algo que define su enfoque, es la humanidad. Ariela huye de los discursos complejos y prefiere lo simple, lo esencial. Su terapia se basa en la escucha activa, en el acompañamiento respetuoso y en ayudar a cada persona a reconocerse desde su propia historia. “Mi entrega es cercana. Acompaño a que cada persona descubra su valor, no por lo que hace o tiene, sino por lo que es”.

Sus reflexiones son prácticas, aterrizadas:
—“Hagan una lista de las cosas buenas que tienen. Nos exigimos tanto que olvidamos nuestros propios logros, incluso los más simples”.
—“Nunca estamos solos. Siempre hubo alguien que nos ayudó a levantarnos, aun sin darnos cuenta”.
—“Si algo no tiene solución hoy, mañana veremos. Y mañana llega la respuesta”.

Un nuevo espacio para crecer

El nuevo centro está comenzando con actividades, entre ellas clases de danza afro y yoga, y prepara encuentros especiales para cerrar y abrir ciclo:
28 de diciembre: actividad para despedir el 2025 y recibir el 2026 desde la abundancia.
4 de enero: jornada para mostrar terapias a bajo costo, con la participación del equipo completo y un mini mercado.

En redes sociales, Ariela comparte su trabajo y mensajes de bienestar desde centro Caléndula en Instagram, Facebook y TikTok.
Ariela suele repetir una idea que aprendió con los años; “la vida ya es lo suficientemente compleja como para que nosotros la hagamos aún más difícil”. Su invitación es sencilla; “No nos compliquemos tanto. Felicitémonos más, agradezcámonos más. Lo hemos hecho bien. Mucho mejor de lo que creemos”, finalizó.