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Joaquín Tuma: “Se ha instalado una nueva peste en la región; los parlamentarios turistas”

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Con voz pausada, memoria precisa y convicción intacta, Joaquín Tuma Zedán repasa una vida entera ligada a La Araucanía. Ex diputado, ex concejal y expresidente gremial del comercio regional, hoy observa desde otra vereda los desafíos de una zona que conoce “palmo a palmo”. Desde su labor en la Fundación Aitué, mantiene el mismo compromiso que marcó su paso por la política; contribuir a la paz, el desarrollo y la convivencia entre los pueblos que habitan este territorio.

“Nací en Temuco y estoy muy contento de haber vivido siempre en esta región. La conozco profundamente, con sus dolores, sus desafíos y sus esperanzas”, señala Joaquín Tuma, quien participa actualmente en la comisión de paz y entendimiento.

“Mientras no resolvamos el conflicto indígena, no vamos a tener desarrollo productivo, social ni político en esta región. El entendimiento con el pueblo mapuche es la base para construir una Araucanía en paz y con oportunidades para todos”, enfatiza.

Raíces políticas y formación familiar

El interés por la política le vino de familia. Su padre fue diputado entre 1961 y 1969, y desde muy joven Joaquín acompañó de cerca ese mundo. Estudiante de derecho, participó incluso en debates sobre la antigua ley indígena junto al entonces presidente Salvador Allende.

“Tuve el privilegio de tener a Salvador Allende en mi casa. Discutimos sobre la ley 14.511 y la necesidad de crear una norma que reconociera los derechos del pueblo mapuche. Fue una conversación que me marcó profundamente”, recuerda.

Su propia carrera política comenzó años más tarde. Participó en el primer consejo regional de la democracia durante el gobierno de Patricio Aylwin y ejerció como concejal de Temuco entre 2004 y 2008, periodo en que obtuvo la segunda mayoría de votación. En 2009 fue elegido diputado por el distrito 51, alcanzando la primera mayoría y desempeñando un papel relevante en las comisiones de economía y vivienda de la cámara baja.

“Yo siempre defendí a las pymes, a los emprendedores, porque son ellos quienes generan empleo. No hay trabajadores si primero no existen empleadores. Esa ha sido siempre mi visión del desarrollo”, afirma.

Durante su paso por el congreso, impulsó proyectos orientados al crecimiento económico y la creación de oportunidades productivas en la región. Sin embargo, no duda en reconocer las dificultades de la vida parlamentaria. “Fui muchas veces criticado por defender el emprendimiento y la inversión regional. En un ambiente ideologizado, eso no siempre era bien visto”, comenta.

El valor del trabajo, la educación y la familia

Para Tuma, el desarrollo humano parte por valores que hoy —a su juicio— se están debilitando. Habla del esfuerzo, del sacrificio y del trabajo como pilares del progreso personal y social.

“Para salir de la pobreza se necesitan dos cosas: sacrificio y más trabajo. No hay otro camino. En vez de fomentar el esfuerzo, en Chile hemos reducido las horas laborales y eso va en contra de la productividad y del crecimiento”, sostiene.

También manifiesta su preocupación por la educación financiera de los jóvenes y la crisis de la familia como núcleo de la sociedad. “Hay millones de chilenos sobre endeudados por el uso irresponsable del crédito, y muchos jóvenes terminan el colegio sin saber cómo funciona una tasa de interés o cómo negociar un préstamo. Eso limita su desarrollo”, advierte.

Y agrega con preocupación: “El 74% de los niños nacen hoy fuera del matrimonio, y muchos crecen sin la presencia del padre o la madre. Cuando el estado no logra protegerlos, aparecen la droga, la delincuencia y la frustración. Esa es la raíz de gran parte de la violencia que vivimos”.

El desafío del desarrollo local

Tuma Zedán ha recorrido durante décadas comunas y localidades rurales de La Araucanía, y conoce sus carencias. Una de sus mayores críticas apunta al rol de algunos municipios, que —dice— carecen de visión productiva.

“El municipio no puede limitarse a entregar ayudas o subsidios. Tiene que ser un motor de desarrollo, crear empleo y fomentar alianzas entre el mundo público, privado y las comunidades indígenas”, explica.

Recuerda, por ejemplo, cómo en Freire la instalación de una empresa procesadora agrícola permitió reactivar la economía local. “Esa comuna se potenció gracias a un solo factor; se generó un poder comprador. Los pequeños agricultores pudieron vender sus productos y crecer. Eso es lo que necesitamos replicar”, afirma.

Según Tuma, las comunidades mapuche enfrentan hoy barreras estructurales para integrarse al mercado. “No pueden vender sus productos en otras regiones porque no tienen facturas, transporte o volumen suficiente. Hay una desconexión total entre la producción local y los canales de comercialización. El Estado y los municipios deberían facilitar esa integración”, sostiene.

Además, critica la falta de apoyo a las pequeñas productoras que elaboran alimentos o artesanías. “Hay mujeres que producen mermeladas, tejidos y otros productos de excelente calidad, pero no pueden venderlos porque no tienen resolución sanitaria o capacitación en diseño y mercado. Siempre propuse que los municipios crearan cocinas comunitarias certificadas, pero nunca se hizo.”

El valor de la experiencia y la identidad regional

Lejos de la política activa, pero aún con una mirada atenta sobre la realidad local, Joaquín Tuma Zedán continúa participando en actividades públicas y entregando su respaldo a su hermano, Eugenio Tuma Zedán, quien busca regresar al senado.

“Eugenio ha sido parlamentario por 25 años, fue vicepresidente del senado y presidió comisiones clave como economía y hacienda. No necesita aprender, ya sabe lo que hay que hacer, y eso marca la diferencia”, asegura.

Ambos hermanos construyeron una marca familiar conocida en la región. “La marca Tuma significa cercanía, trabajo en terreno y compromiso con la gente. Nunca fuimos políticos de oficina. Tuvimos sedes en Pitrufquén, Freire, Imperial y Carahue, con secretarias atendiendo a los vecinos todos los días. Ese contacto humano es lo que la política ha perdido”, reflexiona.

Al mismo tiempo, lanza una advertencia. “Se ha instalado una nueva peste en la región: los ‘parlamentarios turistas’. Son candidatos que vienen de Santiago, hacen campaña, se eligen y nunca más vuelven. La Araucanía necesita representantes que vivan su realidad y conozcan sus comunas, no figuras de paso.”

Una vida sin deudas ni sombras

Tuma habla con orgullo de su trayectoria personal. “En mi vida profesional tuve más de 3.500 trabajadores, nunca tuve problemas con la inspección del trabajo y jamás dejé de pagar impuestos. Tengo la conciencia tranquila”, afirma.

Cuando asumió como diputado, vendió todas sus acciones en empresas privadas para evitar conflictos de interés. “Entré al Congreso con las manos limpias y salí de la misma forma. Esa es la herencia que quiero dejar a mis hijos y nietos; una vida honesta y cumplidora”, subraya.

Hoy, dedicado a su familia, a su esposa con quien lleva más de 50 años de matrimonio, y a su labor en la Fundación Aitué, Joaquín Tuma observa con esperanza el porvenir, aunque con realismo. “Mi sueño es no morir sin ver una región en paz, donde mis nietos puedan vivir tranquilos y con oportunidades. Para eso necesitamos trabajo, educación, entendimiento y, sobre todo, amor por esta tierra que nos pertenece a todos.”