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La reina de la feria: María José Núñez, la emprendedora que superó sus miedos y hoy inspira a otras mujeres en Temuco

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Hace 13 años, María José Núñez tomó una decisión que le cambió la vida: dejó Santiago con sus hijos pequeños y una maleta llena de sueños para comenzar desde cero en Temuco. Lo que parecía una aventura incierta terminó siendo el punto de partida de un camino de esfuerzo, aprendizaje y superación personal.

“Yo trabajaba en supermercados, en parques de diversiones, en lo que saliera. Pero no me alcanzaba. Cuando mi suegra me dijo que nos fuéramos a Temuco, vi una oportunidad. Allá todo funciona más tranquilo, a otro ritmo, distinto a Santiago, que está despierto desde temprano”, recuerda.

Fue su suegra quien la empujó a dar el primer paso como emprendedora: le compró una malla de limones y le dijo que fuera a venderlas a la feria. Aunque a María José le daba vergüenza, no le quedó otra que intentarlo. “Al principio no sabía cuánto cobrar, me daba plancha hablarle a la gente. Pero así empecé”, dice.

En la feria conoció todo tipo de realidades: desde personas acomodadas hasta quienes apenas podían comprar lo justo. También vio de cerca el lado más duro del comercio ambulante: drogas, alcoholismo y constantes fiscalizaciones policiales. En más de una ocasión tuvo que salir arrancando con su carro de supermercado cuando aparecía Carabineros de Chile.

La pandemia como punto de inflexión

Cuando llegó la pandemia, la situación se complicó aún más. Las ferias cerraron temporalmente y el sustento de la familia desapareció. Fue entonces cuando una amiga le habló de la Fundación Banigualdad, una organización que entrega microcréditos y capacitaciones a emprendedores desde Iquique a Puerto Montt.

“Yo no conocía Banigualdad. Mi amiga me dijo que ahí me iban a dar el impulso que me faltaba. Me animé y postulé. Con el primer microcrédito de 150 mil pesos me fui a La Vega y compré una caja de lechugas, entre otros productos. Las arreglé bien bonitas para que se vieran más atractivas y así empecé a vender de nuevo con mi triciclo, haciendo puerta a puerta”, cuenta.

Gracias a las capacitaciones, aprendió a ordenar sus finanzas, calcular sus costos fijos y variables, y conocer realmente cuánto ganaba. “Antes compraba una malla de limones y otra de cebollas, pero no tenía claridad de mis ganancias. Ahora sé cuánto me cuesta la mercadería y cuánto debo vender para que valga la pena. Eso me enseñó Banigualdad”, asegura.

De la vergüenza a la voz líder de la feria

Con el tiempo, la vergüenza quedó atrás. Su asesora de Banigualdad le repetía que debía sacar personalidad y, poco a poco, fue ganando seguridad. “Hoy soy la mejor gritando en la feria. Me invento los mejores dichos para que la gente se acerque. Me río de mí misma porque antes me daba mucha vergüenza”, dice con orgullo.

Actualmente vende frutas y verduras afuera de un supermercado y se preocupa de cuidar su lugar de trabajo: barre el espacio, guarda los carros y mantiene todo ordenado. “Me gusta que la gente vea que uno cuida lo que tiene, que no ensucia donde trabaja”, comenta.

Su familia ha sido el motor de todo este esfuerzo. Sus hijos, que hoy tienen 16, 14 y 12 años, la han acompañado desde siempre. “Mi hija menor estuvo conmigo en la feria desde los 5 días de nacida. Era el chiche de aquí, todos la cuidaban. A los seis meses ya la había metido al jardín infantil porque yo tenía que continuar trabajando”.

Ayudando a otros a comenzar

Pero el rol de María José no se queda solo en su negocio. Así como su suegra la impulsó a comenzar, ella hoy hace lo mismo con otros emprendedores. Muchas veces les compra una malla de limones o cebollas para que partan vendiendo y, cuando logran recuperar el dinero, se lo devuelven.

También los acompaña a La Vega a buscar mercadería, les enseña a elegir los mejores precios y les comparte su experiencia en el rubro. “Sé lo difícil que es dar el primer paso, por eso trato de ayudar cuando puedo. Me gusta que otros también tengan la oportunidad de salir adelante”, dice.

Además, participa activamente en su Centro de Emprendimiento, donde entrega ideas, escucha a otros compañeros y siempre está disponible para colaborar con buena disposición.

Un sueño por cumplir

Aunque está agradecida del camino recorrido, María José todavía tiene metas por cumplir. Sueña con tener un local establecido donde pueda vender sus productos con tranquilidad, sin depender del clima ni de las fiscalizaciones.

Y aunque el miedo sigue presente, aprendió a enfrentarlo. “Ser emprendedora da susto todos los días. Uno se levanta sin saber cuánto va a vender, si va a alcanzar para la mercadería o para la casa. Pero hay que atreverse igual, porque si uno no lo intenta, no pasa nada”, reflexiona.

“Muchas veces me he caído, pero siempre me levanto. Todas las emprendedoras somos valientes. Todos los días hay que levantarse y volver a intentarlo, hasta que superas tus propios miedos”, concluye, con la certeza de que aún le queda mucho por aportar a su feria y a su comunidad.

Fundación Banigualdad apoya a miles de emprendedores en Chile a través de microcréditos, capacitaciones y acompañamiento constante, permitiéndoles fortalecer sus negocios y mejorar su calidad de vida. Si quieres conocer más sobre su trabajo y cómo apoyar a emprendedores como María José, puedes ingresar a www.banigualdad.cl.