La reconocida entrenadora chilena vio competir a Javiera Rubilar, la más brillante de sus cientos de pupilas. Su trabajo permanente ha convertido a la Región de La Araucanía en la cuna de las mejores representantes del país.
“Se desvive por mí y deja muchas cosas de lado. Estoy muy agradecida. Ella sabe que es mi segunda mamá, que la quiero, la amo y la adoro”. Javiera Rubilar, destacada gimnasta rítmica chilena, se refirió con estas palabras a su entrenadora, Pamela Salazar, tras su histórica presentación en Santiago 2023.
La joven deportista es la primera mujer chilena en disputar una final de Juegos Panamericanos, en cualquiera de los cuatro implementos de la gimnasia rítmica. Mucho de este éxito tiene que ver con el trabajo realizado en conjunto con la “tía Pame”, su formadora desde los 4 años.
Pamela Salazar tiene en su haber el desarrollo de centenares de gimnastas chilenas. Su trabajo desde la base ha ayudado a las mejores representantes nacionales a convertirse en estrellas, transformando de paso a la Región de La Araucanía en el gran semillero del país, usando a la ciudad de Temuco como centro de operaciones.
“Personalmente creo que el amor que uno le entrega a sus gimnastas es fundamental. Si no se entrega amor, no hay resultados. He tenido a muchas gimnastas, a las que recuerdo con mucho cariño, y sé que ellas también se acuerdan de la ‘tía Pame’”, narró la ya legendaria instructora.
Entre su larga lista de pupilas, antes de Javiera Rubilar, destacó por sobre el resto Valentina Meriño, quien supo poner en alto el nombre del país un par de décadas atrás. Como ley de vida, entran unas y salen otras. La profesora Pamela Salazar entiende que la presentación de Rubilar en Santiago 2023 puede motivar a las próximas estrellas.
“Siempre me acuerdo cuando la Javi me decía ‘tía, yo ví a Valentina y quise ser gimnasta’. Hoy muchas van a ver a Javiera y querrán ser gimnastas en el futuro. Yo ya estoy trabajando con una pequeñita que tiene tremenda proyección, que es Isabella Mencarino de 10 años, con quien veremos qué podemos hacer”, narró.
Con el olfato adecuado para detectar el talento precoz, Salazar nos comentó cuáles cree que son las claves para ser una gimnasta exitosa, señalando que “una niña a veces puede tener muchas condiciones, pero si no tiene garra, energía y amor por lo que hace, es difícil. Es un complemento. Hay que sentir responsabilidad por el deporte, y eso se nota desde pequeñas”.
La relación de Javiera y Pamela abarca casi dos décadas completas, lo que justifica todo el amor que tiene la instruida por su instructora. “Doy las gracias a ella porque es mi todo y me conoce. Hay días en que llego triste al gimnasio y me pregunta qué me pasa. Siempre está ahí apoyándome y dando lo mejor para mí”, cerró Rubilar.
Escrito por: Carlos Ramírez Salazar.
