Toxicólogo advierte los riesgos de entrar en contacto con los tentáculos de este animal y cómo proceder ante su “picadura”
Desde hace algunos días, se ha registrado en las costas chilenas una cantidad importante de este extraño animal denominado comúnmente fragata portuguesa o carabela portuguesa, debido a la forma de su cuerpo.
Según explica Fernando Torres, director de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello y toxicólogo, la fragata portuguesa suele ser confundida con medusas corrientes, pero son distintas. Se caracteriza por su color azulado-morado, largos tentáculos de hasta 50 metros y su flotador superior de aproximadamente 20 centímetros. Estos organismos marinos producen alergias o erosiones en la piel, cuando una persona tiene contacto con ellas, ya sea vivas o muertas.
“En Chile, el incremento de las medusas se explica por el aumento de las temperaturas del mar, la dirección y velocidad de los vientos, y las surgencias costeras, fenómeno oceanográfico que consiste en el movimiento vertical de las masas de agua, de niveles profundos hacia la superficie, los cuales provocarían un cambio en el microambiente acuático”, explica.
Además, después de las marejadas es común que queden varadas sobre la playa, al pisarlas o tocarlas con las manos, pueden producir sintomatología del tipo alergias, que en algunos casos se pueden agravar, sobre todo si la persona es alérgica.
“Los tentáculos destruidos a orilla de la playa, constituyen un peligro, porque aún son capaces de liberar toxinas por varias semanas”, aclara el toxicólogo.
Peligros
Según Torres, la gravedad del cuadro está determinada por distintos factores, como la salud y edad del paciente, la cantidad de toxina inoculada, la superficie expuesta a la picadura, el grosor de la piel de las áreas expuestas, su potencia del veneno y número de nematocistos descargados. Asimismo, – añade- el contacto con los tentáculos de la fragata portuguesa (viva o muerta) puede causar lesiones cutáneas y manifestaciones en otros órganos o sistemas del cuerpo.
«Las reacciones alérgicas locales se caracterizan por dejar marcas lineales o serpiginosas, con erupciones cutáneas que pueden persistir días o meses, acompañadas con edema, eritema, reacciones tipo urticaria, vesículas y prurito local con dolor intenso. La primera sensación en el momento de la exposición es un dolor intenso. En una segunda fase, las erupciones pueden ser persistentes o recurrentes y causar sintomatología sistémica», agrega.
Las lesiones que deja el contacto con este animal marino evolucionan normalmente en 24 horas desde lesiones necróticas cutáneas locales, hasta costras que pueden demorar semanas en cicatrizar.
Otros síntomas que se pueden manifestar a nivel de otros órganos o sistemas son:
Gastrointestinales (dolor abdominal, náuseas, vómitos)
Neuromusculares (calambres, espasmos)
Cardiorespiratorios (arritmias, broncoespasmos)
¿Qué hacer ante contacto con fragata portuguesa?
En caso de tocar una fragata portuguesa, Torres entrega las siguientes recomendaciones:
Idealmente, lavar la zona afectada con suero fisiológico. En caso de no contar con este, lavar la zona afectada: aplicar en la picadura vinagre blanco doméstico entre 15 a 30 minutos para inhibir futuras descargas del veneno (esta medida, no disminuye el dolor).
Retirar de la piel los restos de tentáculos de la fragata con guantes y pinzas. Se puede raspar la zona afectada con un objeto romo para no tener contacto directo.
No es recomendable el uso de hielo o compresas frías porque pueden favorecer la descarga de veneno. Se sugiere el uso de lidocaína tópica, para disminuir el dolor y la descarga de la toxina. Es importante el reposo e inmovilización de la zona afectada.
Se recomienda el uso de vacuna antitetánica, ya que la espora podría encontrarse en la arena y en el agua de mar.
Mantener la zona afectada limpia con el fin de evitar una posible sobreinfección bacteriana.
Tratamiento local sintomático, se recomienda evaluar el uso de paracetamol y AINEs para controlar el dolor; y corticoides tópicos y antihistamínicos orales para el control de la reacción de hipersensibilidad, según signos y síntomas del paciente afectado.