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Preocupación por desapariciones de personas: caso de Ramón Gutiérrez sigue sin respuestas a dos años de su extravío en Gorbea

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Una creciente inquietud se ha instalado entre los vecinos de diversas comunas de Gorbea y Pitrufquén donde existen casos de personas desaparecidas, especialmente adultos mayores, sin que hasta ahora existan respuestas claras por parte de las autoridades. Entre ellos, uno de los casos es el de Ramón Gutiérrez, 75 años, vecino del sector Salinas de Gorbea, quien el pasado 2 de julio cumplió dos años desde que se le vio por última vez.

La historia de Ramón es tan desconcertante como dolorosa. Aquel domingo del año 2023, salió de su casa en bicicleta al mediodía. Fue visto por su hijo, Cristian Gutiérrez, con quien vivía. “Yo venía llegando del trabajo y lo vi. Le pregunté a dónde iba, me miró y siguió pedaleando… y ahí nunca más volvió”, recuerda.

Desde ese momento comenzó una búsqueda marcada por la incertidumbre y la frustración. La denuncia fue realizada el mismo día ante Carabineros, quienes junto a equipos de rescate realizaron algunos operativos en el río y en la línea férrea del sector. En una ocasión, incluso intervino la PDI. Pero con el paso de los días, los esfuerzos se diluyeron. La bicicleta en la que se movilizaba tampoco fue encontrada.

“A veces Carabineros llama para ver si hay novedades. Pero en general somos nosotros los que vamos a preguntar a la Fiscalía. Lo que nos dicen es que la investigación sigue en curso, pero la verdad, ya no esperamos mucho”, señala su hijo, con la voz cargada de resignación.

Desapariciones que duelen en silencio

Ramón no es el único. En Pitrufquén y otras comunas cercanas se repiten historias similares, de personas que desaparecen sin dejar rastro, y cuyos casos poco a poco se van apagando en la memoria institucional. El factor común, dicen familiares, es el bajo perfil económico de quienes desaparecen.

“Cuando uno es pobre, nadie mete bulla. Al principio la municipalidad de Gorbea ayudó, pero después ya nada. Uno siente que está solo”, agrega Cristian.

La familia Gutiérrez también ha intentado buscar por su cuenta en sectores rurales, campos y quintas, sin éxito. Lo que más desean ahora no es un milagro, sino respuestas. “Encontrarlo vivo es muy difícil, lo sabemos. Pero queremos saber qué pasó, tener un lugar donde llevarle una flor”, dice el hijo.

El vacío institucional

A dos años de su desaparición, no hay pistas, no hay sospechosos, ni hipótesis claras. Para la familia, el silencio pesa más que la ausencia. Las visitas ocasionales de Carabineros, los documentos archivados y las respuestas formales no llenan el vacío ni apagan la angustia cotidiana.

El caso de Ramón Gutiérrez revela no solo una historia personal, sino un síntoma más amplio: la falta de protocolos claros, recursos y voluntad sostenida para abordar este tipo de casos con la urgencia que merecen. En comunas pequeñas como Gorbea o Pitrufquén, las desapariciones parecen convertirse en cifras que se olvidan con el tiempo, mientras las familias siguen buscando en el silencio.

“No pedimos mucho, solo saber qué fue de él”, concluye Cristian.