Experto en Comunicación Política
Si tuviera que describir a La Araucanía desde un punto de vista psicológico, tendría que decir que es una región resiliente, entendida como la capacidad para superar circunstancias traumáticas.
Vivimos desde hace ya varios años en un espiral de violencia terrorista, narcotráfico encubierto, economía deprimida, cierre de empresas y, ahora, un corona virus que tiene a la región aún más de rodillas.
Atrapados entre una pandemia de salud, una económica y una narcoterrorista.
Como salimos de ellas es el problema. Con voluntad y auto cuidado podemos contener el virus pero la crisis económica y el narcoterrorismo desatado solo tiene su cura en el gobierno de turno y la voluntad para, por un lado, invertir fuertemente en dar facilidades e impulsos para que las pymes y grandes empresas inviertan, crezcan y no cierren y, por otro lado, restablecer el estado de derecho apoyando el trabajo policial y militar y haciendo leyes que protejan y reparen efectivamente a las víctimas y sean menos garantistas con los imputados, bajando el alto estándar de valoración de las pruebas que hace que la mayora de los cargos sean desestimados por los jueces.
El problema de ser resiliente en estas circunstancias es que, sin acciones como las recién descritas, tendemos a normalizar estos flagelos y aprendemos a vivir con ellos. Es un problema, porque profundizamos en el mediano y largo plazo heridas que marcaran tanto a nuestra generación como a la de nuestros hijos.
Y me rebelo ante eso, me niego a normalizar la decadente situación en la que estamos, me resisto a aceptar que las autoridades que hoy tenemos y que elegimos en las urnas no hagan su máximo esfuerzo por aprobar leyes que nos protejan y sucumban al acuerdo de bloques renunciando a los principios que forjaron nuestro país: Defender la vida, la familia y el estado de derecho.
