¿Para qué estudiamos?

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Los árboles no dejan ver el bosque, dice el refrán. La atención en los detalles puede hacernos perder de vista lo importante, y así es fácil olvidar cuál es el sentido último de la educación media.

Desde que se instaló el discurso -cada vez menos vigente- del tramo universitario como una necesidad para el ingreso al mundo laboral, pareciera que la educación media tiene solo un propósito: preparar a los jóvenes para dar una prueba que en el último periodo ha visto muchos cambios. Sin embargo, esto no es así, y no debiera ser así. Al menos, no es el objetivo de la educación técnico profesional. Estudiar no es un fin en sí mismo, sino un proceso continuo que nos prepara para un mundo donde el trabajo es fundamental. Por ello, la práctica es un factor crítico en los procesos de formación, más aún en la educación TP.

Sin embargo, desde la Fundación Chile Dual hemos sido testigo de la caída en la titulación de jóvenes de la educación media técnico profesional, fundamentalmente como un fenómeno asociado a la pandemia, donde los espacios para poner en práctica los conocimientos, se redujeron, dado los confinamientos. Cuestión que impactó fuertemente en los estudiantes.

En Chile Dual sabemos, porque lo hemos visto una y otra vez, que los jóvenes del sector TP son los que más necesitan acceso al mundo laboral, puesto que normalmente son los más desventajados económicamente.

Es por ello que, para que puedan desarrollarse, ya sea trabajando o continuando estudios superiores, deben incorporar tempranamente a su formación el componente práctico, ya sea mediante programas duales, pasantías o la práctica profesional. Razón por la cual es urgente y necesario que se abran nuevos espacios donde poner en práctica los conocimientos, como también que, aquellos espacios que debieron cerrar durante la pandemia retomen sus actividades. Es aquí, donde el sector productivo puede ser un gran aliado para la educación técnico profesional, brindando la oportunidad de que miles de jóvenes combinen los conocimientos del aula, con la puesta en práctica.

Es por ello, que creemos que “la práctica” no puede ser considerada un broche que se pone al final sobre un traje, puesto que, muy por el contrario, ésta es la estructura y base fundamental para un futuro desarrollo laboral y social.

Los jóvenes necesitan prácticas, son esenciales en sus vidas. Las necesitan para afianzar sus aprendizajes técnicos y sus habilidades comunicacionales, sociales y humanas. No se trata de preparar solo trabajadores, sino de preparar personas integrales que puedan aportar al desarrollo de un mundo que parece cada vez más en aprietos.

Andrea Garrido

Directora Ejecutiva Fundación Chile Dual

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