No crean que
fue una reflexión simple, gran parte de mi vida he sostenido que la mejor
manera de gobernar nuestro país es a través de un sistema federal. Mi vocación
regionalista anhela más autonomía de estas para usar los recursos, elegir a sus
autoridades y crear leyes acordes a su realidad (algo que terminaría
rápidamente con el narcoterrorismo que hoy sufrimos). Hasta antes del estallido
delictual de octubre, sostuve que me gustaría una Constitución que tendiera al
federalismo.
Lamentablemente todo cambio, porque Chile
cambió, pero para mal. El salvajismo irracional de turbas dirigidas por
activistas de izquierda que destruían y quemaban todo a su paso fue solo la
antesala de una pandemia y consecuente crisis económica que nos sigue golpeando
y que disparó la cesantía y el cierre de Pymes y empresas no tan pequeñas. Un
panorama que, a mi juicio, exige una alta dosis de realidad y seriedad para
poner a un lado los sueños y ver lo que es mejor para el país.
Y hoy lo mejor no es aprobar el inicio de un
proceso constitucional que arrojará resultados inciertos y que tardara años en
implementarse en caso de ser aprobado en el plebiscito de salida, y cuyos
efectos solo provocaran más gasto para el país desde el día 1 tras la elección.
Tendremos que votar después por los delegados
constituyentes, encargados de crear este proyecto de constitución. Personas a
las que deberemos elegir en abril de 2021, propuestos por los partidos
políticos. Personas a las que todos nosotros además tendremos que pagarle cerca
de dos millones y medio de pesos mensuales de sueldo mas asignaciones. En
simples palabras, vamos a estar pagando dos congresos.
No se usted, pero yo no creo que estemos en
condiciones de gastarnos hoy más de 30 mil millones de pesos en un proceso
constituyente incierto y en el que absolutamente nadie puede asegurarnos que
mejorará los problemas que tiene Chile hoy. Cambios que, según como lo vimos
con el retiro de fondos de las AFP, no requieren de un cambio constitucional.
Como dato para tener en cuenta, de los 34 países
que integran la OCDE, los más desarrollados y estables del planeta, Chile posee
la novena Constitución más joven (40 años,) la más antigua la tiene Inglaterra
(805 años) y solo 9 de esos países aseguran, buena o malamente, el derecho a la
salud. Chile entre ellos.
Cambios se pueden hacer siempre para mejorar lo
que tenemos, pero. ¿Es hoy el mejor momento para cambiar la Constitución? Creo
que no.