Profesor de Villarrica finalista en Nobel de la Educación

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El es el profesor Sergio Gómez, uno de los tres finalistas, en la categoría profesor de música,  del Global Teacher Prize. Es docente del Liceo Bicentenario de Excelencia Artístico Alexander Graham Bell. Su trabajo pedagógico pone el foco en la Música Mapuche, principalmente en el “ülkantun”, que es el arte de cantar.  Es profesor de educación general básica de la Universidad Austral de Chile, magister en artes musicales, mención dirección, de la Universidad Mayor de Santiago y  máster en psico-didáctica: sicología de la educación y didácticas específicas de la Universidad del País Vasco, España.

El Global Teacher Prize,  es el “Nobel de la enseñanza” y este año cuenta con dos categorías: “General” y “Profesor de Música”. La idea del certamen es  reconocer la trayectoria, trabajos significativos,  innovación en pedagogía y el continuo perfeccionamiento de profesores y profesoras.

¿Qué significa  para usted estar nominado al Global Teacher Prize?

Esta nominación  ha sido muy significativa. En un primer momento uno hace una reflexión de sus prácticas pedagógicas y vuelve atrás,  pones un stop a la vida. Compites con grandes profesores,  que al igual que tú,  también han sido nominados y es un  honor estar hoy  dentro de los finalistas.

¿Cuáles han sido sus experiencias pedagógicas más significativas?

Doy gran relevancia al trabajo colaborativo, al producir  sinergia  con los colegas. También es importante para mí,  utilizar la música como un vehículo de aprendizaje y no como un objeto final de estudio. La música sirve para generar diversos aprendizajes. En las actividades realizadas como docente,  he puesto el foco en la música local, en la interculturalidad. En este caso, me he interesado por la música Mapuche, sobre todo  el “ülkantun”,  que ha sido uno de los vehículos  que he utilizado,  tanto en mis estudios de los dos máster realizados,  como en las dinámicas que presento en las clases con mis alumnos.

¿Qué  importancia tiene el Pueblo Mapuche en su trabajo?

Me crie en una zona que está en  el límite de la décima con la novena región. En este contexto crecí, conviviendo culturalmente con algo que hoy para mí es oro. De niño tuve la suerte de ser invitado a las casas de mis compañeros y en las noches, sus abuelos nos contaban historias junto al fogón. A medida que fui creciendo, me di cuenta que pude  compartir cosas que otros no han tenido la oportunidad de vivir.  Valoro mucho la cultura ancestral, tengo respeto por ella y agradezco su presencia en el lugar que vivo. Es como abrir una ventana hacia el mesozoico de la música y encontrar  la cultura viva. Yo les  digo a mis  estudiantes que es como si abrieran la ventana y vieran a los dinosaurios. Aquí vemos la naturaleza viva,  nuestra música también está viva y es necesario  ponerla en valor y en conocimiento, mostrarla  en una vitrina y que los estudiantes aprendan a respetarla. Cuando esto sucede, somos mucho más tolerantes y es  porque tenemos más conocimiento. Para mí esto debe ser parte del aprendizaje,  es necesario conocer el contexto y eso es lo que busco mostrar a mis  estudiantes.

¿De qué manera la  música genera  valores?

El Liceo Bicentenario de Excelencia Artístico Alexander Graham Bell tiene una tremenda trayectoria en lo que a arte y cultura se refiere, esto es  desde hace muchos años y se viene desarrollando con  los talleres. Hoy el proyecto tiene zapatos grandes y pantalones largos,  al convertirse en Bicentenario Artístico, esto es el motor que ha permitido generar un crecimiento y un gran aprendizaje. Las disciplinas artísticas, como el teatro, la música, la danza  que hoy  estamos desarrollando en el establecimiento,  son una gran instancia  para que los  niños, niñas y jóvenes de esta comunidad escolar,  crezcan como personas y tengan la oportunidad de  desarrollar  sus habilidades. Pretendemos tener alumnos de 4° año y de finales del  proceso  educativo, mucho más inteligentes.

¿Cuáles son las claves del éxito para cautivar a los alumnos?

Primero partir desde  los intereses particulares que cada estudiante tiene, cada uno de ellos es un universo y cuando uno se enfrenta a varios universos en la sala de clases,  siempre hay algo que une a estos universos y eso es la música, que se convierte  es un gran conector para lograr mayores aprendizajes. Hay que invitar a los estudiantes a ejecutar la música y a disfrutar de ella en el aula.

¿Cómo vio el trabajo de los  profesores en estos tiempos de confinamiento?

Esta pandemia trajo dos cosas: por un lado muchos problemas que pusieron en jaque a los profesores, pero después de un par de movimientos, en este tablero de ajedrez que es la educación, aprendimos  a hacer un enroque corto y logramos sobreponernos, incluso hoy tenemos muchas más herramientas que antes: Ahora somos productores musicales, productores audiovisuales, youtuber, aprendimos de educación a distancia y las  herramientas adquiridas llegaron para quedarse. Estamos mucho más preparados para este mundo globalizado y hoy  contamos  con las habilidades necesarias para el siglo XXI.

¿Qué mensaje les entrega a sus alumnos?

Que sigamos haciendo música y disfrutando de lo que hacemos. Un estudiante de calidad no jerarquiza verticalmente las asignaturas, un estudiante bicentenario artístico, pone todas las materias de manera horizontal y les  da a todas la misma importancia, intensidad y dedicación. Si los alumnos logran entender  esto,  van a abrir sus mentes. La creatividad no es un proceso espontáneo,  es un trabajo  sistemático,  pensado y organizado. La fuerza debe ser igual para todas las asignaturas.  Finalmente hay que  estar contentos  y hacer lo que a uno le gusta: decidan ser felices en la vida.

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