Columna de opinión: Crisis Sanitaria, Territorio y desafíos en la Araucanía

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Por Eric Iturriaga y Mauricio Catalán

El 2020, lejos de ser un año marcado por el plebiscito constitucional programado originalmente para el mes de abril, ha sido tiempo de una serie de sucesos de importancia política en materias de salud, economía y política social. Todo ello en el contexto de las medidas que se han implementado para intentar contener los efectos producidos por la emergencia sanitaria y económica que golpea a las familias del país, las que han suscitado polémicas y diferencias políticas entre autoridades nacionales (ministros, senadores, diputados), regionales y comunales (CORES, alcaldes y concejales).

En la Araucanía, a casi 120 días de haber comenzado la primera ronda de cuarentenas en la zona sur del país; Temuco, como capital regional, ha combatido los efectos que la crisis sanitaria ha provocado en la calidad de vida de sus familias, dejando al descubierto que la ciudad, es solo un reflejo mas de los desequilibrios territoriales (segregación y desigualdades en acceso a servicios, postergación de la capacidad productiva, entre otros) que también sufre la Araucanía como región entre sus comunas, cargando con el estigma -además- de ser una de las más pobres del país.

De esta manera, se hace esencial conocer y probar la real capacidad institucional que existe en el territorio Araucano, pues debe satisfacer las demandas de los habitantes de cada comuna de la región, siendo esta una tarea extensa, agobiante y urgente en tiempos donde el satisfacer necesidades básicas, como alimentarse diariamente, mantener los servicios mínimos para un hogar que se prepara para un invierno lluvioso, o bien ejercer labores productivas, resultan complejas de cumplir. En este contexto, las municipalidades, junto con el Gobierno regional, han extendido iniciativas de carácter local, para poder solventar en alguna medida las graves consecuencias que la crisis sanitaria ha provocado, ayudas que se han materializado en diversas medidas de salvataje mediato para la economía familiar, lo que, a su vez, ha servido como una forma de re diagnosticar la cantidad y complejidad de las realidades que cada comuna en el territorio regional sufre, identificando una imagen que expresa las diferentes falencias que la región posee, desde su costa, valle a cordillera.  

Entonces, según lo antes señalado cabe preguntarse, una vez que la incertidumbre sobre la crisis sanitaria sea superada, ¿en qué pie quedamos post pandemia? ¿Estamos en condiciones de poder retomar un modelo de desarrollo que evidenció la fragmentación social y productiva en la que vivimos? ¿Qué rol tendrán las municipalidades en el plan de recuperación económica que se pretenda implementar? ¿El Gobierno regional será capaz de establecer un plan que pueda subsanar los desequilibrios territoriales que la pandemia evidenció y acentuó, dándole una visión de desarrollo regional integrado? Son preguntas necesarias, donde más allá de las diferencias válidas entre los diferentes actores políticos de la región, se hace necesario cumplir la ley que se le reputa a Einstein, que dicta de que cada crisis conlleva una oportunidad, debiendo entonces establecerse un orden de inversión -estratégico y regional- que haga colaborar la productividad de las comunas del centro del valle, con aquellas de la costa y cordillera. De lo contrario -y como siempre- se seguirá fomentando la desigualdad y maquillando la pobreza.

Por último, de no enmendarse el rumbo y la actuación de las autoridades -y con ello nos referimos concretamente a la inversión pública estratégica a nivel regional- se continuará manteniendo un sistema que solo reacciona a la crisis, a los problemas de las personas, sin implementar estrategias y soluciones probadas en países de Europa, que no significan necesariamente un mayor gasto fiscal, sino, redistribuir lo que ya se invierte y alinear los recursos en pro del desarrollo armónico de todas las comunas de la región. Todo lo cual debe ser acompañado de una ciudadanía vigilante y contralora, que entienda que en el mundo del siglo XXI (21) debe existir una institución con la representación del pueblo en su ejecutivo que empuje a la región de la Araucanía definitivamente por la senda del progreso y del desarrollo no solo económico, sino social y humano. De lo contrario se mantendrán problemas históricos en la región, como, por ejemplo, el nulo acceso que posee más del 60% del territorio regional localizado en la costa y la cordillera. Solo sobre los hombros de un Gobierno Regional fuerte y autónomo, podremos dar pasos seguros, firmes y definitivos hacia una Araucanía equitativa, solidaria y justa para todos sus habitantes.

Eric Iturriaga Gutiérrez, Cientista Político y Gestor Público, Diplomado en Políticas Públicas, Gestión y Probidad, Magister en Planificación y Gestión Territorial.

Mauricio Catalán Bezemer, Cientista Político, Diplomado en Comunicación estratégica, Diplomado en Gestión Municipal, Candidato a Magister en Gestión municipal y Desarrollo local. 

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