Coipúe: “tierra de coipos y castillos”

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Fotografía gentileza de: Sergio Retamal

Al menos cuatro sectores en la región de la Araucanía llevan por nombre Coipúe, a veintitrés kilómetros de la comuna de Freire se encuentra: “Coipúe los Castillos”, un lugar que se ha convertido, con los años, en un verdadero centro turístico gracias a sus hermosos paisajes y como no mencionar el caudaloso río Toltén que otorga vitalidad y tranquilidad a quien decide visitar este atractivo lugar.

En la época de verano Coipúe los Castillos se prepara para recibir a sus visitantes, familiares del sector se esmeran para acoger de la mejor manera a quien ande en busca de paz y tranquilidad alrededor de la naturaleza. Y cómo no, si Coipúe es un lugar mágico con gente humilde y sentimientos que destilan bondad y cariño.

Este sector lleva por nombre Coipúe por la cantidad de coipos que eran fácil de vislumbrar en el sector, los castillos es debido a unas construcciones de madera que solían asemejarse a “castillos” como en los cuentos de hadas, actualmente aquel sector es utilizado como cancha de motocross. Así nació “Coipúe los castillos”.

La ex escuela G-582 solía ser una vieja construcción, en los años ochenta los estudiantes caminaban kilómetros para llegar a clases. Algunos recuerdan con admiración el maravilloso fenómeno comunicacional que ocurria en aquel entonces, los profesores, inspectores y las tías de la cocina, mencionan con admiración y respeto a Julio Ulloa (director), Odila Sandoval (inspectora), Bernarda Muñoz (manipuladora de alimentos), Jorge Colipan (profesor), entre otros.

En el año 2004 la vieja escuela desapareció y se inauguró un nuevo edificio con internado para recibir alumnos de otras localidades, los jóvenes internos recuerdan que, durante la construcción, fueron trasladados hasta una antigua casa en la cual aseguran que: “Por las noches sentiamos sonidos extraños y tenebrosos que hacía despertar el misterio entre nosotros”.

Historias como la Llorona, duendes, el cuero, Chimallenes y varias más eran contadas por los mismos estudiantes. “Una profesora nos contó que sentía risas por el camino hacia la escuela y ella creía que eran duendes”, recordó una ex estudiante.

Momentos felices y tristes, despedidas, amores secretos e imposibles y cuántas historias más guarda el mágico sector de Coipúe los Castillos, donde: sacrificios, borracheras, torneos de fútbol, muerte, trabajo duro, fiestas, eran parte del cotidiano de aquel quimérico lugar […]

Continuando con el viaje, pocos metros más hacia Villarrica está “Coipúe Casa Blanca”, el lugar fue nombrado así por la dueña de la casa que se puede observar desde la ruta, Carmen Muñoz (Q.E.P.D.), quien, según cuentan familiares de ella, pintó su casa de color blanco y por ser la única casa visible, en aquellos años, llamó a su propiedad “Casa blanca”.

“Coipúe la aviación”, “Coipúe viejo”, “Coipúe Los aromos”, cuántos Coipúes y recuerdos quedan grabados en aquellos lugares. Caminatas de kilómetros para visitar a los amigos y familiares. Cantos y danzas bajos los cerezos y castaños. Momentos guardados en los corazones de aquellos que aún viven y que recuerdan a los que partieron.

Es increíble como un lugar puede guardar tanta historia, a veces es necesario volver al pasado para poder entender nuestro presente, así como Coipué nos sorprende con su historia, nosotros podríamos sorprendernos e ir a visitarlo, nunca esta demás ir a conocer aquellos lugares rodeados de naturaleza que aún guardan el valor de las buenas costumbres y la belleza de la identidad local.

1 COMENTARIO

  1. La construcción a la que llaman castillo, allá por los años 50 era una bella construcción de madera en medio de un parque, con caballeriza incluida, conocida como “Chalet de las Visitas” porque acogía a los socios y sus familiares que eran propietarios del fundo Coipúe. Este inmenso fundo (desconozco la cantidad de hectáreas) era propiedad de una Sociedad Anónima encabezada por la familia Edwards, los dueños de El Mercurio.

    Sé toda esa información porque mis padres y mis 4 abuelos trabajaban y vivían en ese fundo que, anteriormente, fue propiedad de CRAV, Compañía Refinadora de Azúcar de Viña del Mar, cuando en Chile se refinaba azúcar de caña de azúcar importada. Yo nací en Temuco, pero viví ahí hasta la edad de 9 años, cuando mis padres y abuelos paternos se vinieron a Chillán. Después volvía en los veranos donde mis abuelos maternos y familiares que seguían viviendo allá.

    El parque y la hortaliza del “Chalet de las Visitas”, estaba al cuidado de don Guillermo Hammele Hipp, un alemán que llegó a trabajar al policlínico del fundo como “Practicante”, algo así como un paramédico de ahora y se casó con la señora Hortensia López, chilena. Don Guillermo tenía el hobby de la jardinería y se hizo cargo del cuidado y mantención del parque. Incluso encargaba semillas de flores a Alemania y su casa quedaba al frente del bello acceso principal (después supe que esa casa se quemó). La familia Hammele López era amiga de mis abuelos José Agustín Riquelme Sepúlveda y Odila Riffo Jara y yo estuve viviendo en su casa cuando iba a la entonces “Escuela Particular N° 21” a cargo de la señorita Rosa (no recuerdo el apellido).

    Cuando se puso en marcha la reforma agraria, el fundo fue expropiado porque, a pesar de tener una muy buena administración y entregar muchos servicios y beneficios a sus trabajadores, excedía con creces el máximo de hectáreas para no ser expropiado.

    Después de muchos años volví al lugar donde pasé parte de mi niñez y fue triste ver que poco había del entorno del Chalet y que su estructura había sido modificada en parte y su estado no era el mejor. Pero los recuerdos que tengo de ese tiempo son muy lindos.

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